50 Aniversario Asociación Vecinal II
Viernes 21 y sábado 22 pasados tuvimos la alegría de celebrar con la Asociación Vecinal del barrio su 50 aniversario. 50 años de lucha, sueños, y realidades.
Nos acompañaron en la celebración muchas de las personas que han colaborado con ella a lo largo de tantos años.
Tuvimos también el placer de ver el documental realizado para este acontecimiento tan importante para nosotras.

Durante el acto fue leído un documento y un poema enviado por Quique, que vivió en el barrio y fue miembro activo de la Asociación Vecinal y de Teuladí. Hemos creido interesante publicar aquí estos documentos.
50 años – AAVV Bº del Cristo
(22 de febrero de 2025)
versión para web Teuladí
Queridas compañeras, queridos compañeros:
Hay una frase de los zapatistas que seguramente conoceréis. Dice: “Son otros vientos los que soplan respuestas y esperanzas, pero esos vientos nunca nacen en una nube, sino en el suelo humilde de la organización popular”. Esta frase, tan llena de poesía (es decir, tan llena de verdad), bien supieron vivirla aquellos mayores nuestros del barrio que, aprovechando con astucia los resquicios de la legislación franquista, fundaron lo que ahora llamamos “Asociación de Vecinos”. Tocó levantar todo un pueblo, organizar casas, conseguir suministros, asfaltar calles, recoger cartillas médicas una por una, cortar nacionales, reivindicar derechos. Sé que no os extrañará saber que me están viniendo ahora a la memoria las manos curtidas de gente como Pedro, como María, como Julián, porque esa (queridos amigos) esa fue vuestra primera victoria como asociación: la victoria de haber nacido.
La segunda victoria la conseguisteis evitando una tentación en la que, por desgracia, cayeron muchas organizaciones vecinales a lo largo y ancho del territorio español: la tentación de convertirse en semilleros para la formación de los cuadros de las grandes organizaciones sindicales y de los nuevos partidos políticos, en los años de la llamada Transición. En muchos lugares las asociaciones de vecinos se vaciaron de contenido, perdieron liderazgos, se volvieron políticamente irrelevantes y, en el mejor de los casos, se contentaron con convertirse en meras organizaciones suministradoras de servicios. Sin embargo, en el Barrio del Cristo esta tentación no fue tan extrema, y (hasta bien entrados los años ochenta) la Asociación de Vecinos supo ser fiel al ideal de los que el nuevo zapatismo llama “los rebeldes sociales”, esas personas del pueblo que (como se suele leer en los textos de los caracoles de Chiapas) “han decidido renunciar a la toma del poder porque saben que no se puede transformar las cosas desde arriba, sino justo desde los de abajo”. Sé que gente como Loli y Gregorio se están emocionando al oír ahora estas palabras. Los anarquistas conocen esta verdad desde hace 200 años. Y esa, queridos amigos, esa fue vuestra segunda victoria como asociación.
Vuestra tercera victoria fue, sin embargo, la más difícil de conseguir. Ocurrió cuando la oleada neoliberal alcanzó por fin a nuestro continente y a nuestro país, cuando la socialdemocracia pactó con los poderosos, cuando la gente que procedía de la clase obrera alcanzó cotas en el Estado del Bienestar y empezó a vivir indiferente a la suerte de los excluidos, de los perdedores y de los marginados del sistema. Mientras esto ocurría, gente como Fina se entregaba a la educación de los adultos; la casa de Antonio y Sisa se abría a nuestros vecinos más empobrecidos; gente como María-la-Mayor, Casti o Tere se desvivían por los niños de las familias más desestructuradas de vuestro barrio; gente como Miguel afinaba bien la puntería en la articulación de los Servicios Sociales; y vosotros, como Asociación de Vecinos, decidíais acoger a mis compañeras de Teuladí, comprometidas con nuestros vecinos más invisibles: los recluidos en una prisión. Con los sueños aún intactos, cuidáis de la memoria colectiva de un pueblo. Y esa, queridos amigos, esa fue la tercera victoria de la Asociación, y sus ecos todavía hoy perduran.
La cuarta victoria aún está por llegar y es una incógnita. Pero habrá de resolverse en los próximos diez años, porque ya no nos queda más tiempo, ni a nosotros (los mayores de 50 años), ni a los vecinos jóvenes que actualmente participan en vuestras asambleas, ni a esos vecinitos nuestros que acaban de nacer. El reto es grande e interpela a las organizaciones sociales de nuestro mundo, incluido el Barrio del Cristo. Lo diré sin rodeos: hemos legado (a nuestra gente, a nuestros barrios y a nuestros hijos) un reto que es triplemente acuciante: el aumento de las desigualdades sociales, el ascenso de los nuevos fascismos y la definitiva catástrofe climática.
Sabéis que los militantes zapatistas aman y cultivan la poesía. También sabéis que los fascistas, los pijos y los arrogantes suelen coincidir, por el contrario, en una cosa: reírse, de manera condescendiente, de los poetas (que, según mi maestro Marc Granell, son los seres más imprescindiblemente inútiles de la tierra). Por eso quiero despedirme de vosotros con un poema que empecé a escribir, precisamente durante una de las últimas asambleas que pasé con vosotros, hace ya años, aquí, en mis queridos locales de la Asociación de Vecinos.
Fue uno de los poemas que recité cuando la Unesco me pidió representar a mi país en los eventos del Día Internacional de la Poesía, hace diez años. Allí, en los salones de la Puerta de Brandenburgo, en Berlín, hablé mucho de vosotros, de los vecinos y vecinas del Barrio del Cristo, un pequeño poblado del extrarradio obrero de una importante ciudad española, junto al mar Mediterráneo.
Este poema habla de vosotros, se titula “La canción del levantado” y quizá nos ofrezca alguna pista sobre cómo habremos de vivir durante los próximos diez años, y sobre cómo habremos de organizarnos para poder responder con dignidad a los retos que nuestra época ahora nos plantea.
El poema dice:
LA CANCIÓN DEL LEVANTADO
No adoptes nunca el nombre que te dé la policía.
No acerques tu caricia a la piel del invasor.
No comas de su trigo, no bebas más su leche.
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal.
No esperes casi nada de su magistratura.
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas.
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
ni alojes en su boca la sal de tu estupor
No guardes en el sótano más bombas incendiarias.
No firmes con tu letra los presagios del poder.
No tiendas más cadáveres en la comisaría.
No esperes nunca nada de la voz del ataúd.
No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos.
ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera:
No lleves a tu amigo a los pies del impostor.
No dejes que su lengua fructifique tras tu casa.
No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.
>> Un abrazo enorme, con toda mi admiración y con todo mi cariño,
quique